EFE. Los países del G-8 vinculan el futuro de un uso energético eficiente y seguro con la lucha contra el cambio climático, en el documento final que emitieron hoy al término de dos días de reuniones en Roma sobre los desafíos en este campo.
Por eso, anuncian que, además de buscar un futuro de seguridad energética, los países más industrializados contribuirán "al éxito de la Convención del Cambio Climático de Copenhague, que se celebrará a finales de 2009".
Los ministros de Energía de Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y Rusia concluyeron hoy dos días de reuniones con representantes de otras quince grandes economías como China, Brasil o México, para tratar de lograr un uso más eficiente de la energía.
"Reconocemos que los desafíos vinculados al cambio climático y la seguridad energética y el uso eficiente de los recursos energéticos están entre los asuntos más importantes a abordar en una perspectiva estratégica", asegura el documento final de la reunión.
Las conclusiones de estos dos días de contactos servirán para preparar la reunión de líderes del G-8 que se celebrará en julio en L'Aquila, la ciudad italiana que el pasado 6 de abril resultó devastada por un terremoto que causó la muerte de casi 300 personas.
El secretario estadounidense de Energía, Steven Chu, aseguró al término del encuentro que el mundo necesita "una segunda revolución industrial".
El representante de la Administración de Barack Obama puso como ejemplo la primera revolución industrial, cuando se introdujo la energía eléctrica "para mejorar las condiciones de vida de las personas", y explicó que ahora hace falta una "reducción en el consumo de energía y de producción de CO2 (dióxido de carbono)".
El documento final admite que los combustibles fósiles continuarán siendo "un componente clave del mix energético en la mayoría de los países, tanto desarrollados como en desarrollo, durante muchas décadas".
No obstante, el G-8 se comprometió en Roma a presentar veinte proyectos de grandes dimensiones antes de 2010 para apoyar el desarrollo de tecnologías limpias y la reducción de costes en esta industria.
Los países más industrializados mencionan específicamente la energía nuclear como una alternativa para "diversificar el mix energético y contribuir a la seguridad energética" y añade que esta tecnología reduce "las emisiones de gases de efecto invernadero".
No obstante, añaden que para poder acceder a esta energía es un requisito el compromiso con "la seguridad y la no proliferación de armas nucleares".
El G-8 confía en las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que se liberalice el intercambio entre países de "tecnologías de bajo consumo de energía" a través de una "reducción de aranceles".
El club de países más desarrollados también se muestra partidario de una colaboración más estrecha "entre instituciones públicas y el sector privado".
El G-8 emitió un documento conjunto con el resto de países participantes en la reunión: Brasil, China, Egipto, India, Corea del Sur, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Argelia, Australia, Indonesia, Libia, Nigeria, Ruanda y Turquía.
En el texto se recomienda que la crisis no retrase "las inversiones en programas energéticos" porque son "esenciales para la recuperación económica y la prosperidad sostenible".
Entre otras medidas, esas quince economías y el G-8 se mostraron de acuerdo en extender el diálogo entre los países productores de combustibles fósiles y los Estados consumidores, así como con las naciones de tránsito en el transporte de la energía.
Además, los países reunidos en Roma manifestaron su intención de impulsar el desarrollo de las infraestructuras energéticas en África, ya que son un "importante elemento para el desarrollo económico y para combatir la pobreza".