En el valle fértil de las alturas de la cordillera de los Andes, en Suramérica, se levanta esta gigantesca ciudad, capital de Colombia. Envuelta en copos de nubes de algodón, con una vida intensa en el arte, la cultura, la moda y la buena comida. Bordeada por verdes montañosos le imprime un aire exótico y misterioso, ahora me explico porque a su libertador y paladín de los cinco países vecinos, Simón Bolívar, le llamaban “Culo de Hierro”. Único ser viviente capaz de haber cruzado en varias ocasiones estas escarpada y monumental cordillera.
De visita durante la reunión intermedia de COPIMERA, en la sede de la Asociación Colombiana de Ingenieros (ACIEM), tuve la oportunidad de comprobar que el calor de la gente, el servicio esmerado de las atenciones y la hermosura arquitectónica del ladrillo convertido en edificios y la abundancia de la naturaleza, realmente es como dice su eslogan de marca país “El riesgo es que te quieras quedar”. Lo cierto es que me falto tiempo para saborear todos sus encantos, visite algunos rinconcitos muy acogedores, de Colombia: El Museo del Oro, La Catedral de Sal, EL Centro El Nogal, algunos restaurantes, Mercado de Pulgas de la zona norte, varios Centros comerciales y calles adornadas en las tradicionales Fiestas Navideñas; me arrullaron. Sobre todo el uso de la luz roja de los semáforos en las principales avenidas, es aprovechado por artistas callejeros para la presentación en treinta segundos de actos de circo y malabarismos, con el pase de sombrero para la recolección de algo de dinero, dentro de los parroquianos, conductores que como espectadores forzosos, alegran los pequeños trozos del tiempo del pesado transito de Bogotá.
Acompañado con una buena delegación de dominicanos, compartimos de buenas ganas con todos los que estuvieron dispuestos en nuestro camino de largos recorridos y afanoso tiempo, en la búsqueda de los mejores colores y sabores de este país y una ciudad atiborrada de gente, transito de inquilino, con un colectivo que colapsa el trasmilenio y un sistema de seguridad, que refleja, las cicatrices sociales de las largas historias de violencia del pasado y su empeño porque el modelo nunca más vuelva atrás.
En resumen BOGOTA, es una ciudad INQUIETA, VENERABLE, SOÑADOR
Jorge de Leon
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