Tom Zeller (NYT)
El proyecto europeo conocido como Desertec puede parecer descabellado y ambicioso. Su objetivo es recoger la energía del sol mediante el empleo de la concentración de la energía solar, o CSP, en los grandes desiertos de África del Norte y el envío de la electricidad generada, a través de líneas de alto voltaje, a los mercados de Europa. El proyecto, dicen sus defensores, podría satisfacer el 15% de la demanda eléctrica de
La idea, que durante años ha estado rondando la cabeza de empresarios del continente, nace de una sopa de letras de organizaciones multinacionales y regionales conocidas por siglas como Trec (Cooperación Transmediterránea de
La semana pasada el proyecto dio un paso adelante, cuando un consorcio de empresas alemanas anunciaron planes para continuar la financiación de Desertec, que se prevé que costará entre 300.000 y 400.000 millones de euros.
Munich Re, la gran aseguradora alemana, ha apostado fuerte por el proyecto y a mediados del mes de julio tiene previsto formalizar la coalición, que incluye empresas alemanas como Siemens, Deutsche Bank y el gigante energético E.On.
Para Alexander Mohanty, un portavoz de Muchich Re, “el momento actual es perfecto para comenzar esta iniciativa”, comunicó la semana pasada, “porque la protección del clima se ha convertido en una preocupación que debemos abordar urgentemente y nuestras economías necesitan nuevos impulsos”.
Los grandes proyectos, como el CSP, que concentran los intensos rayos del sol del desierto para calentar agua, generar vapor y, a través de turbinas producir electricidad, no son revolucionarios. Ya existen en España o el suroeste de Estados Unidos.
Sin embargo, la aventura africana de Desertec llevaría a la generación solar a un nivel completamente novedoso, porque supondrá la creación de la mayor central de energía solar en
La semana pasada, la página web del semanario alemán Spiegel recogió las opiniones de muchos expertos dando la bienvenida a la empresa. “La luz verde al proyecto reafirma la idea de que invertir en energías renovables no es sólo una cuestión ecológica”, decía el Financial Times Deutchland, “también es una cuestión económica”. En algunas páginas web se podía leer: “Los europeos necesitan energía y tienen dinero. Los africanos tienen sol y terreno. El bastante lógico combinarlo todo”.
Pero no todo el mundo está convencido. Los más críticos argumentan que no es necesario realizar inversiones por miles de millones de euros para recoger y transportar energía solar a miles de kilómetros de distancia, cuando se puede hacer eficientemente en Europa.
“Hay que señalar que el método más eficaz para capturar energía solar es con paneles solares en los tejados”, editorializaba el periódico alemán Die Tageszeitung. “En tres o cuatro años, producir energía en el tejado será más barato que comprarla del enchufe. El coste económico del proyecto en el desierto es alto. Producir energía solar de forma descentralizada, por otro lado, siempre será una versión más barata”.
La emisora de televisión alemana Deutsche Welle entrevistó a Franck Asbeck, consejero delegado de Solar World, la mayor compañía solar de Alemania, que afirmó que “construir plantas solares en países inestables políticamente produce el mismo tipo de dependencia que la del petróleo”.
Otros críticos alegan que el proyecto huele a imperialismo, teniendo en cuenta la historia de la explotación de los recursos en el continente africano.
Desertec, por su parte, afirma que estas alegaciones están fuera de lugar, porque el modelo económico está por decidir y las necesidades locales serían las primeras en satisfacerse. “Ellos podrían cubrir el 100% de su demanda eléctrica”, afirma el coordinador de Desertec, Gerhard Knies, refiriéndose a los posibles socios como Túnez, Marruecos, Argelia, Egipto o Libia, “y esto no chocaría con el interés por exportar el excedente energético”. “Creo que se pasa por alto el aspecto positivo de esta iniciativa en la que todos pueden ganar”, añadió
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