http://www.bnamericas.com/ten/2007/hall_of_fame_energy.jsp?opc=9&idioma=E
China Nacional Petroleum Corp. (CNPC) y Sinopec son los estandartes de las esperadas inversiones chinas en América Latina. Un fenómeno que ha tenido, por ahora, más de ruido que de nueces, pero que, en el caso de las petroleras, comienza a materializarse.
En septiembre de 2005, CNPC encabezó un consorcio que pagó US$1.420mn por los activos de la petrolera canadiense Encana en Ecuador, que incluyen reservas por unos 143 millones de barriles, una producción de 75.000 barriles por día y el 36% de un oleoducto que transporta 450.000 barriles diarios desde la Amazonia hasta la costa del Pacífico.
CNPC también está produciendo petróleo en un bloque en Perú y opera dos campos en Venezuela. Sinopec, en tanto, se unió a la empresa india ONGC Videsh para comprar el 50% de Omimex, una petrolera con operaciones en Colombia.
Esto es sólo el principio. Sinopec y Petrobras están estudiando varios proyectos conjuntos, mientras Pdvsa y CNPC están negociando nuevas asociaciones para aumentar la producción venezolana de crudo y sus embarques a China. Sin embargo, estos planes se enfrentan al hecho que la capacidad de tratamiento en las refinerías del gigante asiático para procesar el petróleo venezolano, un crudo pesado y alto en azufre, es limitada.
Que sean las petroleras las primeras empresas chinas en desembarcar no debe llamar a sorpresa. China es el segundo mayor consumidor de petróleo del mundo y ha establecido como prioridad estratégica asegurarse fuentes de suministro. Las petroleras chinas llegaron para quedarse.
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