El debate sobre la energía nuclear en España tiene tintes ideológicos, los Social Demócrata en el gobierno que se oponen a la instalación de este tipo de solución son cuestionado, por las decisiones tecnológica tomada parece que será unos de los tema de grandes enfrentamiento y acusaciones sobre el compromiso con el futuro. Como puede observarse en este resumen que hemos hecho, del siguiente artículo de:
Elisa Martínez de Miguel - 11/03/2010
Información Completa en
http://www.cincodias.com/articulo/opinion/Debate-nuclear/20100311cdscdiopi_7/cdsopi/
El consumo de energía de una nación es uno de los principales índices para establecer su lugar en el ranking mundial de potencia económica. El consumo de energía per cápita determina claramente, hoy en día, el nivel o calidad de vida de un país. La energía se produce, o se compra y se vende, en términos de mercados internacionales se importa o exporta. La necesidad de importar supone una grave dependencia de terceros, tanto a la hora de negociar los componentes de nuestras balanzas comerciales, como en cuanto a poner sobre la mesa nuestro valor estratégico.
Ya que vamos a dejar a las próximas generaciones unas obligaciones financieras duramente onerosas, teniendo que hacer frente al actual deterioro de nuestras cuentas públicas y con una infraestructura productiva deteriorada y obsoleta, al menos debiéramos intentar dejar una capacidad de producir energía con suficiente autonomía para consumir e incluso exportar.
El caso de España importa grandes cantidades de energía: gas de Rusia y Argelia, energía eléctrica de Francia (que produce en base a fusión nuclear) e indirectamente de otros países de Europa. Para la producción autónoma depende de importaciones de petróleo y de carbón y, tan sólo de un modo muy limitado e insuficiente, de la energía hidráulica y de las energías alternativas. La de origen nuclear es un porcentaje muy importante de la energía eléctrica de los países desarrollados y en breve lo será de los países en vías de desarrollo. De los cientos de nucleares en el mundo y en las decenas de años que llevan funcionando sólo hay un caso de desastre nuclear.
Si el plan inicial de nucleares español no se hubiese abortado, por razones fundamentalmente ideológicas que no técnicas o económicas, nuestra crisis económica sería otra, pues nuestros costes de producción serían otros y nuestra autonomía energética absolutamente diferente.
El riesgo nuclear, en la medida que existe y no en la cuantía que es pura demagogia, ya nos rodea por todas partes. Los efectos de cualquier accidente en una central nuclear de los países que nos rodean, productores de energía eléctrica que nos exportan, recorrería la Península de lado a lado. Ya vamos con retraso, pero la carencia de un honesto debate sobre la energía nuclear es un verdadero delito político que a todos atañe.
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